El bato aquel trabajaba en una frutería, y entonces llegó un cliente que le dijo:
-Quiero que me venda la mitad de una papaya.
El bato, sin dejar de agitar un trapo para asustar las moscas, le responde:
"¡No, mi buen!, ¿cómo vas a creer?... no te puedo vender media papaya, las papayas vienen enteras".
El cliente le insiste...
-¿Por qué no le preguntas a tu patrón a ver si quiere venderme media papaya?
"Va a decir que no".
-¿Cómo vas a saberlo?... pregúntale, soy el cliente, y el cliente siempre tiene la razón ¿no?
Ya cansado, el bato va con su jefe y le dice...
"Oiga patrón, allá afuera hay un inche ñetas que quiere que le venda media papaya... ¿usted cree?"
Entonces, a través del reflejo en el cristal se da cuenta de que el cliente lo siguió y está detrás de él...
"Ejem... ejem" -aclara la garganta- "y aquí este distinguido caballero... ¡quiere comprar la otra mitad!"
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La señora le dice a su marido que acaba de cumplir años...
-¿Ya te dieron regalos viejo?
"Sí viejita... ya me dieron varios".
-¿Qué te dieron?
"Adivina".
-Nambe... dime qué te regalaron.
"Te voy a dar una pista".
-¡Ándale... una pista!
"Mira, me voy a sacar el pizarrín, y para donde apunte... para esa parte del cuerpo es mi regalo".
-¡Neeee!... ni te lo saques... ¡te regalaron unos zapatos!
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¿Usté cree que vayan a quitar a Samuel?
No... pssss... la verdad yo más bien quisiera que el muchacho aprendiera, entendiera y corrigiera todo lo que hizo mal.
¡Pérate mondao!... si nomás le quedan tres años ¡no 800!