La señora llega al consultorio del ginecólogo; lleva un niño en brazos… ¡y una panzota de embarazo!
El galeno la mira y se rasca la cabeza.
-¡No puede ser, no puede ser!
-Doctor… usted fue el que dijo que si me amarraban las trompas, ya no me iba a embarazar.
-¡No me diga!… ¿se embarazó con todo y el amarre de las trompas?
-¡Posssss!… ¿Usté qué cree?
-¡Carajo!… no sé entonces qué hacer para evitar que se embarace una tras otra.
-Pos yo creo que desde el principio, en vez de amarrarme las trompas… ¡amarre a mi viejo!
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El pipiluyito aquel llega a la comandancia de policía, y lleva una acusación directa contra un tipo.
-Quiero denunciar a esta persona que está aquí y que me hicieron favor de agarrar entre todos los pasajeros del camión.
-¿Qué hizo el sujeto?
-Me sacó la cartera del pantalón.
-¿Y cómo ocurrió todo?
-Pues es que yo sentí su mano en mi hombro… luego que bajó por mi espalda y luego me la puso en las pompis… y así estuvo sobándomelas hasta que sentí que me sacaba la cartera… fue donde yo grité, y lo agarramos con la cartera en sus manos.
-¿Y por qué no gritó antes?
-¡Ay!… ¡Pues yo pensé que era con buenas intenciones!
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