Cuando votas, votas por lo que supones, te genera bienestar.
Es el deber ser de la democracia.
En un México tan dividido, el bienestar no es lo mismo para todos.
Por eso, seguramente, el bienestar fue secuestrado por un grupo de bandoleros que tomaron el ejemplo de Chucho el Roto: Robar a los ricos, para dar a los pobres.
Así, los más pobres perdonan todo al ladrón a cambio de que les reparta lo que roba.
No tienen duda de que su Chucho el Roto es un bandolero, un ratero vil… pero les comparte del botín.
No cuestionan si son mendrugos… agradecen que les compartan.
El otro México, el saqueado, tampoco es un México de ricos… es un México de gente trabajadora, que busca escalar… que busca que sus hijos e hijas no sufran las carencias que ellos sufrieron.
Que los quieren en colegios particulares, en hospitales de paga… que los quieren ver felices en unas vacaciones anuales en la playa.
Ese México sabe que Chucho el Roto merece ir a San Juan de Ulúa y quedar ahí, encerrado por todos sus crímenes.
Ese México no pide mendrugos, ese México exige libertades… y eso es precisamente lo que los bandoleros del bienestar le quitan: Sus libertades.
A este otro México le robaron elecciones, le robaron los resultados… y no hubo quien lo defendiera.
Es curioso, este México canta el Himno con fervor y saluda a la Bandera con orgullo cívico.
Este México cree que la solución viene de afuera; que los gringos vendrán por estos bandoleros del bienestar.
No son antipatriotas; al contrario, quieren su Patria, la que les arrebataron estos miserables bandoleros del bienestar.
Y la van a tener… al tiempo.