Dijo Samuel… «En el 26 nos peleamos».
Aquello tenía que ver con la idea de sacar el presupuesto del 2025 y dejar de lado los temas político-partidistas.
Sin embargo una cosa ocurrió: Samuel no ha peleado en los recientes días.
Cierto, aún no llega el 2026, pero su presupuesto tiene esa marca, la del año que casi llega.
Comenzó beligerante en noviembre contra el PRI y el PAN, pero desde aquellas declaraciones hizo un voto de silencio.
De hecho invitó a la oposición a que le mueva las cifras a su presupuesto y le aprueben un documento… «con ese voy a trabajar».
¿Un milagro o por fin se dio cuenta de que los años que vienen pudieran ser marcados por una gran soledad?
Sin los aliados que parecían seguros, como el Consejo Nuevo León.
Sin la sumisión de la gente de su partido, que ahora se mueve para buscar posicionarse para el 27.
Sin tiempo para que las obras queden listas.
Parece oscuro el panorama, pero al menos su silencio es una luz.
Son dos años en los que puede hacer política y posicionar sus fichas con inteligencia.
Ya no es con fuerza bruta, porque esa ha menguado…
Pero hay otra clase de fuerzas que pueden ser más efectivas.
Si se toma un leve reposo y aprovecha estos días para planear y descubrir los caminos que tiene frente a sí, a lo mejor sorprende a propios extraños.
Rodrigo Medina fue el mejor gobernador que pudo ser en esos dos años finales.
Cuatro años de aprendizaje deben ser suficientes.
Por ello el que guarde silencio desde hace varios días… el que no busque confrontar, pueden ser la mejor señal.