En 1999, la huasteca veracruzana vivió la misma situación: Ríos desbordados, daños inmensos, familias enteras atrapadas y sin vida en sus hogares…
Olía a muerte, a pudrición.
En ese año, Ernesto Zedillo llegó de inmediato a la región y mandó traer a Miguel Alemán, entonces gobernador del estado, a recorrer la zona y disponer ayuda.
Además de la presencia del mandatario, la del Ejército fue fundamental… los militares fueron destinados a limpiar casas repletas de lodo.
Los militares trabajaron jornadas extenuantes para sacar toneladas de lodo, para succionar agua podrida… para recobrar la vida de los veracruzanos.
Veintiséis años después, el gobierno humanista responde con la presencia presidencial cuatro días después…
El Ejército no estaba en las casas, estaba en las entradas de los pueblos para decomisar la ayuda humanitaria que intenta fluir generosa.
La huasteca es la misma…
El río es el mismo… la destrucción es la misma.
El gobierno es otro, quien gobierna es otra…
Por lo menos hay un punto claro de comparación, y no… aquí no hay comparación odiosa.