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Entre un auto-bomba y minas antipersonales

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Por: Red Crucero

Publicado el 11 de diciembre de 2025

Aunque los homicidios dolosos muestran una disminución del 32 por ciento, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los acontecimientos recientes han encendido nuevas alarmas entre la población.

El coche bomba detonado en el Ejido Coahuayana, Michoacán, así como las minas terrestres que estallaron en el municipio de Dr. Coss, provocando la muerte de una persona y dejando cinco elementos de Fuerza Civil heridos, evidencian que la delincuencia organizada ha decidido recurrir a tácticas abiertamente terroristas para intimidar tanto a la ciudadanía como a las autoridades.

De acuerdo con el especialista en seguridad nacional, Dr. Víctor Sánchez Valdés, en México ha registrado 20 atentados con coches bomba desde 2010 a la fecha.

A ello se suma la presencia de minas antipersonales en Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas y ahora también en Nuevo León, a lo que se suma el uso de drones artillados para atacar a otros grupos o a incómodos policías.

Se trata de artefactos utilizados comúnmente en zonas de guerra para infundir terror en la población civil, y su proliferación en nuestro país confirma un preocupante escalamiento en el uso de armas y métodos propios de conflictos armados

Estos ataques no solo buscan sembrar miedo.

También representan una demostración de fuerza por parte de las organizaciones criminales, un mensaje dirigido al Estado sobre su capacidad bélica y sobre el control territorial que ejercen en amplias regiones del país.

Que la Fiscalía General de la República siga evitando clasificar estos hechos como terrorismo no cambia su esencia.

Estos actos forman parte de una disputa abierta por el monopolio de la violencia, un atributo que constitucionalmente corresponde solamente al Estado.

Frente a este escenario, como sociedad no podemos permitir que prevalezca la indiferencia ni la ambigüedad institucional.

Nuesto país necesita una estrategia de seguridad que deje atrás el discurso complaciente y asuma con claridad la dimensión del reto.

Reconocer la naturaleza de estos actos es el primer paso para enfrentarlos con decisión.

En un momento en que los grupos criminales buscan imponer su ley mediante el terror, corresponde al Estado demostrar que su autoridad no solo existe, sino que debe prevalecer.

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