Una vigilia en el Zócalo que debió replicarse en todo el país.
Este país que se mueve y gira tan rápido, juega en el filo de la navaja a la insensibilidad .
Una presidente que baila en Chiapas cuando debiera estar en el Zócalo en compañía de un país que se conduele.
Pero ella es feliz…
No, para nada me evoca a Martí… «es decir que en mi país, la gente vive feliz, aunque no tenga permiso».
En ella no es la felicidad que olvida su tragedia mientras canta o baila.
En su caso es un baile que ofende al que sufre.
Un baile de indiferencia al dolor.
No sufrimos juntos…
A quienes nos duele la tragedia de quienes fueron sacrificados por el cártel favorito, nos indigna ver a la presidente en su baile…
Ahí está la imagen de los jóvenes de Lagos de Moreno secuestrados por unos imbéciles y obligados a matarse unos por otros ante las risotadas idiotas.
Ya estaría un presidente de verdad en la tarea de girar la orden de ir tras esos asesinos y traerlos a como dé lugar.
Pero la nuestra no es de verdad.
La nuestra baila bonito… como en una caja de música.