La FIL Guadalajara apunta para otro éxito.
Se espera que en sus varias hectáreas de exhibición acudan casi un millón de personas a comprar libros, escuchar presentaciones y participar en los eventos culturales que, con motivo de ella, se realizan.
Un mar de lectores llena los pasillos: algunos se surten de textos para todo el año, otros aprovechan ofertas y unos más se abocan a conseguir esa perla que falta en su colección.
En mis adquisiciones, Ibargüengoitia, en unos textos inéditos; Carlos Pellicer, mi vecino asincrónico con sus poemas que conmemoran la piel de nuestra tierra; László Krasznahorkai, nuevo Nobel; una biografía intelectual de Dworkin y una maleta de libros de historia y derecho.
Menudean los de Tirant Lo Blanch y Ubijus. ¡Ah! y en dos volúmenes, la obra y el pensamiento de Ignacio TéllezGirón, en una magnífica edición que distribuye el IMSS.
La feria se realiza días después de que en la Cámara de Diputados se discutió el presupuesto de la federación.
El mismo que se aprobó por una mayoría que no entiende de razones y que representa a un gobierno con muchas dificultades financieras.
El paquete económico muestra lo comprometido del erario y lo neoliberal de la solución que se adopta: más impuestos, persecución de contribuyentes, deuda y recortes presupuestales.
Los últimos delatan el interés, o, mejor dicho, el desinterés que el régimen tiene por determinadas políticas o áreas de la administración.
La Universidad de Guadalajara, por un “errorcito”, vio cerca la bala; en el proyecto original de presupuesto que envió la Secretaría de Hacienda faltaban 4 mil millones de pesos indispensables para su funcionamiento.
A gritos, sombrerazos y sin nada de ganas, se les devolvieron.
La Secretaría de Cultura no vio la misma suerte, y en relación con el 2018 tuvo una disminución de casi seis mil millones de pesos.
El gobierno desmonta proyectos, centraliza decisiones, gasta mal, disminuye el gasto federalizado, abandona zonas arqueológicas, no da mantenimiento a edificaciones y monumentos y, para colmo, hay pocas inversiones nuevas y mucho malestar de los trabajadores.
En 2026 el gobierno tirará más de 32 mil millones de pesos en el tren Maya, un proyecto que se pensó en 150 mil millones y ha rebasado los 550 mil millones.
Mientras tanto, el presupuesto aprobado por Morena va a destinar a cultura solo el 10 por ciento de la última cifra.
Es así, por ejemplo, que el visitante de la zona arqueológica de Tula la encontrará en condiciones deplorables y, quienes gusten de los museos, desde el próximo año tendrán que pagar el doble para ingresar.
Me dicen que las huestes guindas pronto recibirán un nuevo catecismo, donde un descendiente de cántabros recompone, en su muy particular estilo, la historia nacional.
Bonita manera de perder el tiempo y engañar al pueblo.