Casi todo mundo endecha por la pérdida del Sentido Común, el menos común de los sentidos.
Pero la dignidad del ser humano corre la misma suerte, sin que se le eche de menos.
Seré breve…
Un activista encuentra el camino a jauja y lo nombran secretario de Medio Ambiente en Nuevo León… todo va bien, aunque su actuación es deplorable.
Entonces un fiscalista amigo del Gobernador entra a ocupar ese cargo; el activista entonces no se queda sin trabajo, lo dejan como subsecretario… ¡y acepta la degradación!
Con el tiempo el amigo del gobernador se va a una candidatura para alcalde, y el activista regresa a su cargo anterior; vuelve a ser secretario, pero no por mucho tiempo…
Un diputado federal es llamado para ocupar ese cargo, ¿Y qué creen?… ¡El activista acepta ser degradado de nuevo!, se convierte en subsecretario, otra vez.
Y luego pasa…
Pasa con el secretario general de Gobierno, quien se aferra al cargo y al final acepta uno inventado.
La titular de Educación vive lo mismo, la degradan pero mantiene el puesto.
¿Es el dinero es el glamour de tener un cargo público?
¿Ya a nadie le interesa salir con la frente en alto y la dignidad intacta?