Cuando Claudia Sheinbaum fue felicitada por Joe Biden al día siguiente de su elección, aquello era una invitación a dejar la senda obradorista.
Pero no la aceptó…
Le dijeron que la Reforma Judicial era peligrosa para la democracia y afectaría las negociaciones del T MEC… pero lo valió sorbete.
Ahí sigue, insuflando aire al mamotreto incapaz de sostenerse en pie, llamado elección de jueces, magistrados y ministros.
Le dijeron que debía terminar con las organizaciones criminales, pero le valió sorbete.
Trump les llama terroristas y Sheinbaum les llama Soberanía.
A veces, la señora da pistas de que puede llevarse bien con los gringos y eliminar esas cosas que tanto le duelen a México y molestan a los americanos.
Pero son tan débiles las muestras, que su lealtad a López Obrador la tiene ahora en un purgatorio.
Lo que apunta es que el partido de la Presidente sufrirá un golpe devastador… la investidura presidencial será arrastrada.
Y cuando la señora pida a los mexicanos unirse ante la intervención, notará que dividir a México nunca fue buena idea: