Ante lo obvio no hay debate…
De que fueron acarreados no hay duda, de que actúan como si creyeran que de veras es el pueblo, lo hacen.
Pero hay dos imágenes que saltan a la vista, o mejor dicho, al intelecto.
La foto promovida por Presidencia de la República, pagada en todos los medios, es la de Sheinbaum que se abraza a sí misma… la misma pose del Vejete Ladrón en la portada de su libro.
«Interesante», diría El Chicharito.
¿Mensaje de sumisión a fin de cuentas?… ¿Mensaje de paz hacia el Vejete?
La otra imagen es la de Ricardo Monreal, el coordinador de los diputados de MORENA en la Cámara de diputados, ataviado con un sombrero… y no cualquier sombrero, uno muy parecido al que usaba Carlos Manso, el alcalde en Uruapan victimado por el propio sistema, cuyo crimen encendió protestas por todo el país.
¿Qué quiso decir cada quién?… ¡ojalá lo dijeran!
Pero quienes debían recibir el mensaje lo recibieron.
López en su rancho, debió ver la imagen de Claudia y sonreír complacido.
Claudia en el Palacio Nacional… debió ver la imagen de Monreal con su sombrero y producir nuevamente cualquier volumen de bilis… verde y amarga.
Las dictaduras se rompen desde adentro, decía Vargas Llosa.