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La reforma electoral

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Por: Red Crucero

Publicado el 12 de agosto de 2025

México necesita una reforma electoral. No cualquier reforma, y mucho menos la que impulsa la Presidenta Sheinbaum.

Pretender desaparecer la representación plurinominal no solo es un retroceso democrático, es renegar del mismo camino que llevó al partido gobernante al poder.

Fue gracias a esos escaños que, paso a paso, lograron entrar a las Cámaras de Diputados y Senadores, conquistar alcaldías, gobernar estados y, desde hace siete años, gobernar el país.

La democracia mexicana es cara. Pero reducir costos no puede convertirse en el pretexto para debilitarla.

Lo verdaderamente urgente es impedir que los partidos reciban dinero sucio, proveniente de actividades ilícitas que distorsionan la competencia política y atentan contra la voluntad popular expresada en las urnas.

Proponer que las autoridades electorales se elijan por voto popular es un error grave, tan grave como lo fue someter a elección directa a los integrantes del Poder Judicial.

La imparcialidad no se construye en campañas políticas, se construye en instituciones sólidas y profesionales.

Se pueden discutir ajustes razonables, como eliminar a los senadores de lista para respetar el diseño original del Senado como cámara de representación igualitaria de los estados; reducir a la mitad los diputados plurinominales para mantener la pluralidad y evitar que el poder se convierta en una maquinaria autoritaria, como en los tiempos del partido único que Vargas Llosa bautizó como “la dictadura perfecta”.

La reforma electoral que México necesita debe asegurar que las diputaciones se asignen conforme a la voluntad ciudadana, no a través de mayorías artificiales ni trampas legales.

Debe acortar campañas y privilegiar el uso de redes sociales para comunicar propuestas, reduciendo así el costo de la democracia.

Y, sobre todo, debe cambiar la fórmula de financiamiento a los partidos, que el dinero se reparta según los votos obtenidos, no por el tamaño de la lista nominal.

Esto obligará a los partidos a competir con mejores ideas y mejores candidatos, y no a vivir cómodamente del presupuesto.

La Presidenta Sheinbaum acierta al proponer una comisión intersecretarial para analizar el tema, pero una verdadera reforma electoral solo nacerá si en esa mesa están también los partidos políticos, la academia y la sociedad civil.

Porque la democracia no se construye desde el poder, sino con el diálogo y el consenso.

Y si la reforma no sirve para fortalecer la pluralidad, la legalidad y la transparencia, servirá únicamente para reforzar al gobierno en turno, lo que sería un lamentable retroceso.

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