La ciudadanía no se cansa… ya regresó.
Miles de ciudadanos acuden al viejo palacio del Senado, en donde arropan a los legisladores de la Cámara Alta que deben hacerse fuertes para contener el intento de López Obrador por dar la estocada final a la democracia.
Estremece la nobleza de nuestra clase media.
Ahí pasaron todos, bajo el grito de «¡No están solos… no están solos!»
Después del garrotazo del fraude electoral, perpetrado por MORENA en complicidad con los partidos, ahora regresan.
Arropan a los senadores…
Es una multitud que sueña, que anhela que su patria se mantenga a salvo de ese perverso aprendiz de dictador.
Allí en donde los partidos patinan, el ciudadano tracciona… ¡Y vaya que tracciona!
Los rostros de los senadores se iluminan, algunos, y otros avanzan con la gravedad de la encomienda.
No sé qué piensen… qué lleven en la entraña.
Pero transitar en medio de aquella esperanza, de aquel anhelo, de aquella fuerza que se aferra a no perder su patria, debe estrujar los corazones de los más insensibles.
Los ciudadanos están ahí, presentes…
Ciudadanos, estudiantes, trabajadores del Poder Judicial… mexicanos ahora sí, unidos en torno a un objetivo que es de vida o muerte, así de trascendente el asunto.
De vida o muerte para nuestra democracia.
La resistencia florece… «¡No pasarán!»
Los senadores pasan por en medio de todos ellos y los escuchan, los sienten y captan todas esas emociones.
Esto es el México que resiste.
Los mexicanos que hacen grande a su país.
¡A ver quién tiene los huevos para traicionarlos!
