El PAN y el PRI deben decidir de manera institucional, si se quedan unidos o separan caminos.
Una decisión que corresponde a estadistas, deben tomarla los peores dirigentes posibles de ese partido.
No es Pablo Emilio Madero… no es Reyes Heroles.
Son Alito y Romerito.
Son los mismos panistas quienes festejaron cuando el corrupto Trife canceló la posibilidad del nacimiento de un nuevo y auténtico partido de clase media…
Son los mismos priístas quienes se someten a un dirigente que se reelige al estilo Fidel Velázquez.
Pero no todo es mala dirigencia.
El PRI tiene aún gente valiosa en las entrañas, como Rubén Moreira; gente de gran cultura como Pepe Meade… políticos de colmillo retorcido como Arturo Montiel.
En el PAN, desde luego Fernando Canales Clariond, Diego Fernández de Cevallos…
Hablar de separarse es pensar en administrar sus miserias, mire los porcentajes de ambos en Veracruz, un estado que el PRI gobernó por tiempos y tiempos… y que el PAN alcanzó a ganar alguna vez.
Mire sus porcentajes en Jalisco… mire cuánto aporta el PAN en Estado de México o en Coahuila… o lo que el PRI representa en Tamaulipas, en Tabasco o en Quintana Roo.
Puede que por cuestión administrativa les convenga mantener separación de bienes (cada quien sus prerrogativas), pero unidad de objetivos.
Nuevo León es el único estado en donde juntos les ha ido bien… Aguascalientes es otro… Quizá en Chihuahua logren el fenómeno.
El gran reto es convencer a sus votantes, ir con ellos, buscarlos y hacerles ver que los tiempos de pleito se acabaron entre ellos, porque ahora hay un enemigo peor, maléfico, al que deben derrotar de manera urgente.
Hay panistas ruines como Raúl Gracia… hay priístas ruines como Alfredo del Mazo o Alejandra del inMoral.
Debieran entenderlo…
El ala corrupta… la amplísima red corrupta de la 4T no es enemiga del PAN o del PRI; es enemiga de México; y si acaban con México, acaban con el PRI, con el PAN y con todos los rémoras.
Por ahí debiera empezar la reflexión antes de la decisión.