Matar a lo tonto… matar por instinto de supervivencia… matar para no morir…
El nivel de riesgos que se toman, da cuenta del nivel en la desesperación de los verdaderos jefes del gran negocio criminal en México.
El huachicol es parte de ese entramado.
Matar con un fingido suicidio.
Matar en un accidente que ocurre en un campo de tiro entre personas altamente preparadas en el manejo de armas.
Matar para que no hablen.
Matar para que no pongan en riesgo la libertad de quienes los utilizaron en su momento como brazo operador de sus actividades criminales.
Primero: Matan porque pueden hacerlo, es decir, están en un nivel de poder elevadísimo.
Segundo: Matan porque las víctimas son prescindibles.
Tercero: Matan porque no encuentran otra salida.
El problema para ellos, es que es muy seguro que no puedan matarlos a todos.
Las crónicas de la mafia de Nueva York y la de Chicago, enseñan que los grandes capos cayeron cuando los fieles subalternos descubrieron que eran los siguientes en la lista.
Por eso, eliminar cabos sueltos es poder irracional; es poder que se hunde a sí mismo cada vez que toma decisiones tan extremas.
Por lo visto, el acoso de los gringos no les da tiempo a razonar.
Matan porque pueden… por ahora.
