La organización “México Evalúa” ha señalado un escenario paradójico en el paquete económico del año entrante.
Los contribuyentes enfrentarán una mayor carga fiscal con los incrementos a los impuestos especiales (IEPS) en bebidas azucaradas, cigarros y alcohol, entre otros muchos productos y servicios, así como en el pago de diversos derechos.
Sin embargo, estos recursos adicionales no se destinarán a mejorar la salud de las finanzas públicas ni a fortalecer el gasto social, sino a mayores aportaciones a PEMEX, la petrolera más endeudada del planeta.
Esta es la primera de varias contradicciones.
El estudio de la organización subraya que tres de cada cuatro pesos que ingresarán en 2026 se destinarán a gastos obligatorios para el Estado.
Esto incluye pensiones contributivas y no contributivas, transferencias a estados y municipios, y el pago del servicio de la deuda.
Esta rigidez presupuestaria se da en detrimento de sectores estratégicos como la salud, la educación y la seguridad, rubros en los que nuestro país se está quedando rezagado en comparación con otras economías.
Países como Corea del Sur y Singapur demostraron que la inversión estratégica en educación y capital humano es el camino seguro para lograr un crecimiento económico sostenible y constante, no el reparto de dinero de manera indiscriminada y sin medir sus resultados ni el impacto en la productividad.
Para mejorar el ingreso nacional se necesita incentivar las inversiones públicas y privadas, ya que, si crece el sector productivo, crece la recaudación de impuestos diversos.
Pero aquí reside otra paradoja; desde el sexenio pasado, el gobierno se ha dedicado de manera insistente a desmantelar contrapesos a través de la creación de mayorías legislativas artificiales, la desaparición de órganos de control autónomos, el control de órganos electorales y la designación de ministros, magistrados y jueces de distrito «a modo».
Estas nuevas condiciones de incertidumbre institucional, sumadas a las amenazas arancelarias provenientes de nuestro principal socio comercial, están impactando directamente en el crecimiento económico nacional.
Es irónico que el presidente Andrés Manuel López Obrador fuera un crítico insistente de los gobiernos «neoliberales» que crecían a un 2% o 2.5% anual.
Ahora, con el nuevo paquete económico, los pronósticos para 2025 se ubican en un preocupante estancamiento de la economía del país.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pronosticado para México un crecimiento del 1.0%. El Banco Mundial (BM), del 0.5%. La OCDE, del 0.4%. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) establece un rango entre 0.5% y 1.5%.
Comparado con otras economías de la región, México está en clara desventaja y se ubica en los últimos lugares de crecimiento.
Brasil, nuestro principal competidor económico, proyecta un crecimiento, según el FMI y la CEPAL, entre 1.9% y 2.5%.
Argentina crecería alrededor de 4.3%. Perú, entre 2.7% y 3.2%; y el promedio de crecimiento económico en toda América Latina y el Caribe se ubica en el 2.4% del PIB.
Con un bajo crecimiento pronosticado, un endeudamiento histórico de alrededor de 18 billones de pesos y un elevado déficit fiscal del 4.3% del PIB para el año siguiente, el panorama económico de nuestro país se presenta complejo.
La situación podría deteriorarse aún más si se complican las renegociaciones del T-MEC y las tensiones comerciales con Estados Unidos se intensifican.