Ayer hubo graduación en los CENDI, por mera coincidencia estaba en uno de los restaurantes cercanos al sitio del evento… Ahí estaba otra Lupita Rodríguez.
No la diputada… La maestra.
Verla tan feliz rodeada de varias decenas de chavales y madres, me llevó hacia un pensamiento que esbocé contra mi voluntad cuando fui a la nueva Tierra y Libertad.
La Cuarta Transformación es un mito.
La Única Transformación que conozco ocurrió ahí, en ese predio rodeado de fosas sépticas, casas de madera y de cartón, polvo en remolinos y perros callejeros que hurgan entre la basura.
Era yo un reportero novato cuando fui por primera vez a cubrir un enfrentamiento a pedradas entre los bandos que peleaban el control del predio.
Caos total hasta que llegó Beto Anaya, un muchacho de pelo liso alborotado, camisa desfajada… «¡Ya llegó su padre!», gritaron sus seguidores.
Beto era una leyenda… Una leyenda que les permitía acceder a un pedazo de terreno y a una esperanza.
Eso fue…
Hoy, en ese predio hay casas de concreto, calles pavimentadas y limpias… Centros educativos desde lactantes hasta universidad y un hospital con quirófano y laboratorio.
¿Cómo fue?
Nunca regalaron un peso… Usaron el poder de la identidad y la solidaridad.
Construyeron unos con otros y unos para otros.
Los CENDI son una maravilla reconocida a nivel nacional.
Van a producir una nueva generación de médicos.
Me parece tan difícil reconocer a la Lupita con un paliacate al pelo, con los tenis llenos de lodo y el rostro requemado.
Ella se transformó, pero más que eso, ella y Beto Anaya, junto con un montón de soñadores lograron la única transformación que vale.
No sé porqué se aliaron a MORENA…
MORENA debió aliarse a ellos, y México estaría ahora encarrilado a un segunda transformación.