Y ahora es Ricardo Salinas Pliego…
La presidente me recuerda a la camorrista que participó en aquel movimiento de holgazanes que paralizaron la UNAM nomás porque les iban a subir la cuota anual de un peso, a cien pesos.
Cero argumentos, nomás ganas de joder.
Pelear contra quien sea, a como sea… pelear.
Y ahora, pelea con Salinas Pliego.
¿Tiene sentido?
En capacidad de ejercer el sarcasmo en calidad de arma: No.
En capacidad para eslabonar frases hirientes: No.
En capacidad para hacerse la víctima: No.
La Presidente tiene a su favor la investidura, la fuerza del Estado, para dar un golpe en el atril y señalar que nadie burla de una Mandataria o Mandatario investido de manera constitucional.
Verse grande…
Pero se ve chiquita… «Ya casi ni tiene rating».
¡Uffff!, Salinas Pliego seguramente escuchó eso y se fue a llorar sentado en una banqueta.
¿Ha visto la Presidente la cantidad de vistas que tienen los post de Salinas Pliego cuando se enfrenta con ella?
No es TV Azteca contra quien pelea, sino contra un personaje que se ha vuelto muy colorido y atractivo para las masas.
Un personaje que además tiene a su servicio a los dos tipos más populares de los medios nacionales: Martinoli con el doctor Luis García.
No lo mide la Presidente… no lo mide y se mete al chiquero a pelear.
México debe enfrentar lo que viene con un mandatario o mandataria grande, que no responda a los insultos y que haga como que no los escucha… aunque los escuche, aunque la enojen…
Ahí está la grandeza.
Pero ella insiste en hacerse chiquita.