PEMEX era una empresa de clase mundial, y en su chilerismo, López puso a Octavio Romero, un agrónomo, como director de la gran paraestatal.
Hay ingenieros tan reconocidos en su historia, como Dovalí Jaime, Díaz Serrano… muchos muy bandidos, sí, pero respetuosos del trabajo técnico que requirió la paraestatal.
Romero fue bandido como el que más, con el agravante de la ignorancia.
Percances que costaron vidas de los trabajadores, otros que nadamás contaminaron.
La producción de crudo decayó… las refinerías se convirtieron en chatarra por falta de mantenimiento.
En México eso no importa, aquí aguantamos todo a cambio de 3 mil pesos mensuales.
Pero en países de primer mundo el chilerismo se castiga.
Así, el accidente en «nuestra» Deer Park seguramente va a provocar graves sanciones para la planta.
PEMEX era clase mundial, ahora sus desastres son también de clase mundial.
Así, con ese chilerismo se operó durante seis años la Comisión Federal de Electricidad… Así se operó el Sistema Nacional de Monitoreo de Huracanes… Así se operó la SCT y el área de mantenimiento de las carreteras.
Por eso sufrimos varios apagones nacionales, causados algunos -según ellos- por una quema de basura…
Así tuvimos cientos de muertos en Acapulco porque nadie supo avisar que una bestia de huracán les azotaría.
Así nuestras carreteras están llenas de peligrosísimos baches.
No hubo en todas esas dependencias un criterio técnico para nombrar directores y operar su funcionamiento.
Dicen que Claudia Sheinbaum es científica y que ella va a corregir todos esos despropósitos.
En fin…
Chileros somos, y en el camino andamos.