La vecina aquella, buenísima de sabrosa, llega a la puerta de la casa del bato aquel y muy sugerente le dice.
-¡Ay vecino!… vengo a decirle con mucha pena que mi perrita se metió a su jardín y se hizo popó.
El vecino se asoma, mira la caca de la perrita y le dice a la buenísima vecina.
-¡Ah no!… no se preocupe vecina, su perrita puede hacer caquita en mi jardín las veces que quiera…
-¿En serio vecino?
-¡Claaaaaro!… para eso puse el césped más caro… para eso lo podo cada tercer día y lo riego con agua enriquecida con estimulantes para que sea más resistente y verde.
-¡Wow!… ¿todo eso para que mi perrita haga caquita en él?
-¡Claaaaro!… mire lo que usted se arriesga al venir con las tetas de fuera a avisarme.
-¡Pe… pe… pero!… yo no vengo con las tetas de fuera.
-Bueno… ¡Seguro su perrita volverá a cagar mañana en mi jardín!
—
El tipo aquel estaba podando su jardín, cuando un borrachín pasa tambaleándose… ¡bofos!, cae de hocico en el césped.
-Oiga amigo, espero que usted esté borracho… ¡porque si se está comiendo mi césped le voy a quebrar este garrote en el espinazo!