Nadie debiera desear que el gobierno de Samuel García quede sin dinero, con la caja vacía sin posibilidad de cubrir nóminas y pagos indispensables.
Por más que ello fue consecuencia de su terquedad e impericia, su falta de capacidad administrativa y su soberbia.
¿Se lo merece?
Nuevo León no lo merece.
Cierto que Samuel no debiera salir de todo este embrollo tan fácil como decir: Ahora autorícenme un nuevo crédito para desaparecer mi despilfarro.
Alguien tendría que idear la manera, el Congreso con una mayoría calificada, para que entre las sanciones que van a ponerle por usar recursos públicos en las campañas, una que le impida volver a firmar un cheque el gobierno… que le impida participar como autoridad en alguna licitación… que no pueda ejercer un peso sin solicitar permiso a un consejo ciudadano y legislativo.
Lo que sea…
Que llegue el dinero pero que él no pueda decidir su destino.
Eso sería lo justo, para Nuevo León y para el manirroto.