Llega el señor aquel chaparrito al establecimiento de un viejo sastre, y le pide que le haga unas garritas, un pantalón y un saco.
El sastre le pide que se ponga de pie con las piernas medio abiertas para tomarle las medidas; le toma de los brazos… le toma del pecho… de la barriga… le toma de la cintura… de las piernas, y cuando le va a tomar de la entrepierna… ¡madresanta!
El sastre brinca para atrás y le dice al señor…
-¡Juesopota!… ¿qué es eso?
El señor chaparrito le dice para tranquilizar.
-No se preocupe, es la Cuataneta…
-¿La cuataneta?…
-Así le digo yo a mi pizarrín… discúlpeme por favor.
-O sea que hasta nombre tiene ya.
-Es que más vale que le hable con cariño y confianza… porque cuando se enoja ¡se esconde en el primer agujero que encuentra!
—
El señor llega al aeropuerto y va un perro a su lado cuando va a la sala de espera.
-Perdone, pero no puede pasar su perro.
-No es mío…
¿Y por qué viene con usted?
-Es que se quiere colar en un vuelo.
-¡Ay no manche!… ¿cómo se va a colar?
-Pos distrayéndolo a usted y mire… mire…
-¡No puede ser!… se coló… ¡alamare!, ¡chispas!, ya comenzó a moverse el avión… ¡háblenle al piloto… díganle que se detenga!
-Ni lo intente, no lo va a hacer… ¡inche perro ya tomó los controles!
—