Hoy solamente me voy a echar uno… como dijo el señor a su esposa cuando llegaron a su casa después de una fiesta.
La señora le pone la mano en el pecho…
«Pérame… pérame… aclara de una vez, ¿un pedo o un palestino?… pa saber si me pongo mascarilla o negligé».
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Y resulta que don Poncianito, hombre de 88 años, recibe su Pensión del Bienestar y se va por Villagrán a buscar acción.
Busca a una muchacha y le pregunta si efectivamente era mujer o tigre rasurado; ella le enseña y comprueba que es mujer-mujer.
El viejecito le dice que le da toda su pensión si le aguanta todas las veces que él pueda durante tres horas.
Divertida la muchacha le acepta los 3 mil pesos.
Se van al hotel y ¡hombre!, el viejecito se va sobre la muchacha y logra un rendimiento superior al promedio… cuando ha terminado, le dice a la muchacha…
«Me quiero dormir tantito… ¿te puedesh dormir conmigo al lado?… nomás pon tus manitas aquí, para que le hagan cashita a mi picharrín».
-Está bien güelito.
Se duerme el viejecito, la muchacha con sus manos le cubre su cosita… despierta el ancianito ¡y bolas!, se le va encima a la muchacha y se avienta ¡el segundo!
Apenas termina, otra vez le pide a la muchacha que le haga casita con sus manos a su pizarrín… despierta a los 10 minutos… ¡Y bolas!, se avienta el tercero el viejecito.
Y así, hasta que completa nueve en las tres horas.
La muchacha admirada le dice…
«¡Ay güelito!, es usted una maravilla… ¡nueve veces!, pero dígame… ¿cuál es el secreto de que le cubra su pizarrín con mis manos para que pueda hacerlo una y otra vez?»
-¿Checreto?
«Sí, porque cada vez que terminaba me pedía eso, que se lo cubriera y cuando despertaba ¡era usted una fiera!»
-¡Ah chí!… pero esh por cheguridad, pa que tuvierash tus manitas ocupadash mientras dormía… ¡porque así no sabes las veces que me han bolcheado!