El bato aquel llega todo fregado a la cantina… moreteado, desgarranchado…
Se encuentra a un compadre que lo mira extrañado y le pregunta:
-¿Qué te pasó compadre?
-Compadre… no has de creer que ayer agarré un pedo terrible… ¡me puse hasta las chanclas!
-¿Y te caíste?
-¡No!… me equivoqué de casa… me metí a una casa muy parecida a la mía, sin saber que era la de Santo, el luchador.
-¡Ay nomames!
-¡Sí!… apenas iba a subir la escalera cuando… ¡mofos!, que me cae con una patada voladora… ¡y allá voy rodando por todo el piso!… no me levantaba cuando me aplica un candado… luego me pone la rodilla en la espalda… me aplica la llave del nudo… y finalmente… ¡Me metió el pizarrín en la boca!
-¡Inguesú!… ¡se lo hubiera mordido compadre!
-¡Se lo mordí!… ¡pero era el mío!
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Aquel grupo de maleantes fue capturado y los llevan a todos en la patrulla, cuando pretendían robar en Coppel.
El jefe de la banda agarra a coscorrones a uno de los cómplices…
-¿Por qué no avisaste, animal?
-¡Si les avisé!
-¿Avisaste?… ¡si nomás estabas brincando y diciendo que habían encontrado una princesota!
-¿La Princesota?… ¡Lapinchechota!…
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