López se va, pero no quiere irse… ama el poder.
Perdón, me equivoco, López no ama al Poder… a López le obsesiona, vive una pasión malsana por el poder.
No lo comparte, es celoso enfermizo.
Lo acecha, lo espía… no quiere que nadie más lo ejerza.
Él lo ejerce a través de otros.
Hoy, cuando entregue la banda y la tercien en el pecho de Claudia Sheinbaum, tendrá esa maldita duda de que ella se lo va a quitar.
Que a lo mejor no puede ejercerlo a través de ella.
López ha sido un peligro consumado para México… un peligro para quienes viven y conviven a su lado.
Pero ahora se convierte en un gravísimo peligro para sí mismo y para todos.
Si acaso Claudia decidiera ejercer ella el poder y no compartirlo con López, el varón va a enloquecer… a desquiciarse.
Y desquiciado es capaz de todo.
De mover a sus hordas criminales, incendiar a México por completo… ¡lo que sea!, para impulsar al pueblo a salir a la calle y clamar su regreso.
Léase por pueblo todas sus mascotas croqueteras.
En unas horas más sabremos si López se queda sin ese poder que le obsesiona, o lo conserva.