Venían los dos compadres, bastante alegres y pedernales, abrazados pa no caerse, cuando de repente se topan con un bulto café en la banqueta.
-¡Aguassssh compi!… ¡essss caca!… ¡hic!
«Nnnnno compirri… no es caca… ¡hic!… es nieve de chocolate que ssssshe cayó de algún barquillo».
-Le digo que essssh caca… ¡no vaya a pisarla!
«Le digo commmmpadrito ¡hic! que es nieve de ssssssshocolate ¡hic!»
-A verrrr amosssh a ver.
Se agacha el compadre, agarra poquita con un dedo y lo chupa para probar…
«Alaverrrrrrr… ¡hic!… tiene razón compi, ¡es caca! ¡hic!… ¡de buenas que no la pisamos!»
—
Mi comadre Vicky, a la que nomás le di un llegue… sí, por error un día le choqué su carrito, pero fue sin querer… nomás fue la puntita.
Bueno, ella me cuenta el siguiente.
«Comadre… ya son varios días que escucho que se mete gente al patio y andan viendo que se llevan, me tiene preocupada eso porque al rato y se meten a la casa y me sacan las pantallas… o la compu… ¡qué se yo!»
-¿Ta segura comadrita?
«Sí comadre, ya no duermo del miedo… voy a comprar un perro de esos grandotes, que asustan y ladran fuerte».
-Está bien comadrita, pero mire… hay que darle de tragar, y tragan diamadre… hay que limpiarles las cacas… ¡y viera qué cacotas!, y todavía hay que darles cariño pa que no se estresen… piénselo bien.
«¡Ay comadrita!… ¿cuál problema?… ¡es lo mismo que le tengo que hacer con mi viejo!, y de perdida los chuchos son agradecidos».
