Que el voto tradicional panista haya votado por Adrián de la Garza debiera preocupar a las dirigencias albiazules.
Sería la segunda vez consecutiva en que ese voto se va tras una opción diferente.
En el 21 hizo alcalde a Colosio… en el 24 fue Adrián el favorecido.
Por más que Raúl Gracia quiera chantajear con la falsa idea de que el PAN fue decisivo para el triunfo de Adrián, la realidad es que ese voto ya nada quiere con los candidatos panistas.
Si Margarita Arellanes, de triste recuerdo, fue la última en ganar Monterrey, alguien debiera analizar cómo es que el PAN de ser la mejor opción, se convirtió en una peste.
La respuesta es sencilla: Raúl Gracia.
El PAN tuvo su última oportunidad cuando Raúl impuso a Mauro Gerra sobre Tere Madero para dirigir el Comité Directivo Estatal.
Así lo escribí entonces: Hoy a muerto el PAN.
Y a pesar de que el viejo chamán Fernando Canales vuelve se vez en ve a revivirlo con sus conjuros, el difunto partido vuelve al sueño de los injustos.
El voto panista es el voto de la clase media que exige atención, que exige soluciones… que no fácilmente compra mugre.
En su segunda aventura por la Alcaldía, Adrián ganó en el poniente… en la tercera ganó el inexpugnable sur.
Hoy, ese voto todavía hace ganar a candidatas y candidatos mediocres en las diputaciones, especialmente en Cumbres, Vista Hermosa, San Jerónimo… pero no será por mucho tiempo.
Les queda San Nicolás y un San Pedro que pervive mientras Mauricio encabece.
Los mismos dirigentes panistas ávidos de control interno, le metieron zancadilla a Víctor Pérez para que perdiera Santa Catarina y así sacarlo de la mesa.
Sus propios gusanos internos devoran al cadáver y provocan que se mueva.
Es cuestión de tiempo.
No es un partido que despierte identidad con la clase media y la clase baja lo vomita.
Es triste… ¡tan sano que se veía!
