En una de esas calles regiomontanas de tráfico tan fluido, un tipo con un carrito se le mete a huevinchi al conductor de una enorme camioneta doble cabina y vidrio oscuro.
El de la camioneta mienta madres, abre la puerta y se baja furioso, mientras que del carrito se desenrolla un enorme tipo de 1.90 de estatura y músculos hasta en las orejas.
El de la camionetona salta patrás…
-¡Ay perdón!… solamente bajé para ver si no le había pegado a su coche, para cubrir los daños.
-No, no me pegó amigo… pero ya que se baja de la troca, déjeme decirle que tiene usted un muy buen par de nalguitas.
¡Jutamare!
El de la camionetota traga saliva… se queda medio helado…
-Mu… muchas gracias, espero no haberle causado algún contratiempo, ya me voy… ¿sabe usted?, tengo algo de prisa.
-Qué lastima… porque le iba a ofrecer 10 mil pesos por pasar un buen rato conmigo.
-¡Jejejeje!… le agradezco la oferta… ¡ahorita estoy tomando medicina, y no puedo!
-Déjeme terminar… yo le doy 10 mil pesos por pasar un buen rato conmigo… ¡O usted me paga 20 mil por no pasar un mal rato conmigo!
El de la camionetota pide permiso, va por su bolsita y saca un fajita de billetes, cuando los estaba contando se le escapa un pedernal…
¡Ptrrrr!
El tipo se da una enérgica nalgada…
-¡Cállate maldito tacaño avaricioso!… ¡te estoy salvando la vida!
—
-Compadre… ¿por qué anda diciendo que nosotros somos maricones?
-¿Yooo?… ¿cómo va a creer compadre?… ¡Nunca haría yo eso!
-¿Seguro?
-¡Seguro compadre!
-¡Ingao!… tons ya nos vieron.