Alberto Santos lo intentó…
Alberto era un empresario con una buena dosis de éxito, heredero de una historia fabulosa de emprendimiento.
No necesitaba entrar en la política, pero en su juventud creyó aquello de que el corrupto sistema político mexicano podía cambiarse y repararse desde adentro.
No pudo…
Su carrera se vio coronada con una senaduría, con diputaciones y luego la nada.
Es una ley que debiesen aprender otros que con menos blasones y menos posibilidades aún creen en lo mismo: Cambiar al sistema desde adentro.
Rocío Montalvo, Ximena Peredo, Liliana Flores Benavides…
Admiradas y admirables en sus tiempos de activistas, formaron parte de proyectos en los que llegaron a cargos públicos para terminar lastimadas.
No tiene sentido…
Los activistas deben ser la conciencia del sistema… una conciencia incómoda, desde luego, pero útil.
Ahora mismo, Mario Salinas, José Luis Garza… vienen de la libre empresa a la servidumbre de color.
Esto no va a cambiar, no hay manera mientras no haya una conciencia que les incomode a los políticos, a los gobernantes.
Afuera son antagónicos… adentro cómplices.