El tipo aquel, que había pasado por cientos de camas y había probado mil cuerpos, decidió un día sentar cabeza y casarse.
Así que decidió hacer casting con mujeres hermosas, pero quería escoger a la más inocente e ingenua de todas… la que no hubiese sido de alguien más.
Así que fue invitando a salir a varias y luego de una o dos copas, se sacaba el aquellito y les preguntaba: ¿Qué es esto?
Y las mujeres fueron respondiendo…
-¡Uy qué rico!
-¡Es justo lo que quiero!
-¡Es mi juguete favorito!
Ninguna daba una respuesta que indicara que eran ingenuas; hasta que una medio ranchera le dijo…
-¿Eso?… ¡una varita!
-¿Estás segura?
-Sí… güeno… a ver, déjeme ver… ¡Sí!… es una varita.
¡De volada armó la boda y se casó con aquella mujer ingenua!… inocente de toda inocencia.
Pero en la noche de bodas, resulta que la mujer se las sabía de todas todas… ¡era una fiera en la cama!
El novio le dice…
-Oye mi amor… yo pensaba que eras ingenua y me sorprendes… no entiendo porqué cuando te enseñé mi aquellito, me dijiste que era una varita.
-Pos sí… es una varita… ¡a comparación de los troncos que me echaba en el pueblo!
—
¿Sabe usted cuántos elefantes se necesitan para copular?
¡Tres!
Un elefante macho… un elefante hembra… ¡Y otro para que les diga viene, viene viene!